“Frozen”, el último éxito de Disney, que en 2013 reventó todos los récords de taquilla, ya está grabando su segunda parte, cuyo estreno está previsto oficialmente para el año 2018. Sin embargo, la película, cuya producción apenas sí ha comenzado, ya está siendo un auténtico fenómeno en las redes sociales. Y, curiosamente, el revuelo que se ha creado en torno a ella se debe a una petición que, hasta ahora, nunca se había visto en unos dibujos animados: miembros del colectivo homosexual lanzaban hace unos días a través de Internet una solicitud a favor de que Elsa, la protagonista (a la que aún no se le ha conocido un “príncipe azul”) tuviera una novia en esta segunda parte (recordemos que, dentro de su BSO, la canción “Let it go” fue adoptada por la comunidad LGTB como himno). De este modo, con el hashtag #GiveElsaAGirlfriend, Twitter, la red social de moda por excelencia en lo que a cuestiones reivindicativas se refiere, echaba chispas con la petición… tanto a favor como en contra. Así, en tan sólo unos minutos, ya eran miles los usuarios que compartían tuits en sus respectivas cuentas, haciendo referencia a la mencionada petición.

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Si bien las mujeres ya habíamos conseguido deshacernos de la lacra del amor verdadero, del aburrido “vivieron felices y comieron perdices”, del hecho de enamorarnos de príncipes forrados a los que no conocíamos ni por foto, y de mostrar a la mujer como una fregona, esperando siempre a ser rescatada por un apuesto hombre (porque sí, porque éramos unas torpes que sólo sabíamos meternos en líos y no servíamos pa’ na’ más), ya es hora de que las películas infantiles se adapten al nuevo cambio social que estamos viviendo y ayuden a transmitir valores tan importantes como son el respeto, tanto al otro como a uno mismo, y la tolerancia, ayudando a normalizar una situación que, a día de hoy, ya debería ser vista como normal. ¿Es que, acaso, sí podemos enamorarnos de una bestia peluda, pero no de otra princesa? ¿No era que lo que importaba era el interior?

Elsa, esa princesa admirada por tantas y tantas niñas, podría convertirse en algo más que un simple dibujo animado. Porque no todas las princesas acaban con príncipes, podría ser un claro ejemplo de que una mujer también puede amar a otra mujer, sin prejuicios y en libertad. Nadie elige a quién ama, en cuestiones del corazón, nadie manda. ¿Estamos ante el fin de la era de los finales felices tradicionales?

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Ahora mi pregunta es: ¿es Elsa realmente lesbiana, o sólo pasa de los hombres? ¿Encontrará, como en todas las películas de Disney, a su príncipe azul? ¿Estaría bien que la compañía presentara a uno de sus dibujos como representante de otra condición sexual? Por el momento, Disney no se ha pronunciado al respecto, pero no está cerrado a ninguna posibilidad. ¿Y si, en vez de mostrar a una princesa lesbiana, muestra a un modelo de mujer fashionista que, independientemente de su condición sexual, no necesita de otra persona, sea hombre o mujer, para alcanzar sus metas y ser feliz? ¿Y si Elsa estuviera enamorada, únicamente, de la vida? ¿Habría que defender también la independencia emocional y el hecho de valerse por una misma? Porque, como seres sociales que somos, dependemos de los demás para interrelacionarnos, pero como entes aislados y únicos, nuestra felicidad no debería estar exclusivamente condicionada por la existencia de otra persona.